TUS OJOS, MARIA
Son grandes, porque quedaron embelesados
por el anuncio del Ángel.
Están limpios, por las lágrimas de emoción
en el Nacimiento de Cristo.
Son risueños, por la juventud y la hermosura
de Aquella que los lleva.
Son inquietos,
porque nunca se cansan de mirar al Hijo.
Están sanos, porque siempre miraron
en la dirección adecuada.
No tienen tensión, porque saben cerrarse
ante Aquel que es descanso.
No tienen brizna alguna,
porque Dios los cuida con amor de Padre.
No están ciegos porque, al pie de la cruz,
los mantuviste despiertos.
No son insensibles, porque desde la cruz,
Jesús los llamó a ver a los hombres como a sus hijos.
No parpadean porque, ante la situación del mundo,
saben que han de estar bien abiertos.
No huyen, porque ante el mal tiempo,
han de ayudar a los demás a descubrir el horizonte.
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