15 may 2013

En Mayo con María - Reflexión y Flor Día 16


Dios se revela así mismo, Dios revela el misterio de la Trinidad. Dios revela un secreto: el Hijo de Dios está por hacerse también hijo de María. Este es el secreto de los secretos: nunca revelado ni siquiera a los santos del Antiguo Testamento.

Por tanto, Dios Padre, sí tiene un Hijo. ¿Cómo sucederá el prodigio? "El Espíritu Santo te cubrirá con su sombra". Atentos cuando en la Biblia se habla de sombra, de nube.

¡La nube indica la presencia de Dios! He aquí como se ha desvelado a María el misterio más augusto de la religión cristiana: un Dios en tres personas, iguales y distintas como recita el Catecismo. Estamos en el punto central del misterio cristiano: el encuentro de la divinidad con la humanidad, el invisible que se hace visible.



Este hombre está chiflado

San Juan Bosco necesitaba construir una Iglesia en honor de María Auxiliadora, pero no tenía nada de dinero. Se lanzó, pero las deudas también se lanzaron sobre él. Para conseguir dinero en un momento en que no podía retrasar más los pagos, un día le dijo a la Virgen:

- ¡Madre mía! Yo he hecho tantas veces lo que tú me has pedido... ¿Consentirás en hacer hoy lo que yo te voy a pedir?

Con la sensación de que la Virgen se ha puesto en sus manos, don Bosco penetra en el palacio de un enfermo que tenía bastante dinero pero que también era bastante tacaño. Este enfermo, que hace tres años vive crucificado por los dolores y no podía siquiera moverse de la cama, al ver a don Bosco le dijo:

- Si yo pudiera sentirme aliviado, haría algo por usted.

- Muchas gracias; su deseo llega en el momento oportuno; necesito precisamente ahora tres mil liras.

- Está bien; obténgame siquiera un alivio, y a fin de año se las daré.

- Es que yo las necesito ahora mismo.

El enfermo cambia con mucho dolor de postura, y mirando fijamente a don Bosco, le dice:

- ¿Ahora? Tendría que salir, ir yo mismo al Banco Nacional, negociar unas cédulas... ¡Ya ve!, es imposible.

No, señor, es muy posible -replica Don Bosco mirando su reloj-. Son las dos de la tarde... Levántese, vístase y vamos allá dando gracias a María Auxiliadora.

-¡Este hombre está chiflado! Protesta el viejo entre las cobijas. -Hace tres años que no me muevo en la cama sin dar gritos de dolor, ¿y usted dice que me levante? ¡Imposible!

- Imposible para usted, pero no para Dios... ¡Ánimo! Haga la prueba...

Al rumor de las voces han acudido varios parientes, la habitación está llena. Todos piensan de don Bosco lo mismo que el enfermo: que está chiflado.

Traigan la ropa del señor, que va a vestirse -dice Don Bosco-, y hagan preparar el coche, porque va a salir. Entretanto, nosotros, recemos. Llega el médico.

- ¿Qué imprudencia está por cometer, señor mío?

Pero ya el enfermo no escuchaba más que a don Bosco; se arroja de la cama y empieza a vestirse solo, y solo, ante los ojos maravillados de sus parientes, sale de la habitación y baja las escaleras y sube al coche. Detrás de él, don Bosco.

- ¡Cochero, al Banco Nacional! Ya la gente no se acuerda de él: llevaba tres años sin salir a la calle. Vende sus cédulas y entrega a don Bosco sus tres mil liras.

Quien confía en Ti, Madre, jamás se queda a dos velas. Pero no estoy seguro de poderte decir lo que te dijo don Bosco: Madre mía, yo he hecho tantas veces lo que Tú me has pedido. Sí, a partir de ahora, sí que podré decírtelo. Pero ayúdame: quiero, sinceramente, saber lo que me pides.

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído.

Después termina con la oración final.
 
Texto escrito por José Pedro Manglano Castellary (Sacerdote)


Desde tiempos del Rey Salomón, la Azucena, representa el canto a la pureza y a la majestuosidad, el candor y la belleza.

Tú, Santa María, sigues siendo para el pueblo cristiano el modelo de referencia que nos invita a valorar y vivir los secretos que te hicieron grande y preferida ante Dios.

No dejes, Santa María, que nuestro ser se degrade por la contaminación  que constantemente  invade y desvirtúa nuestras ganas de ser mejores y de ser diferentes a los demás.

“¡Engrandece mi alma al Señor!”, supiste responder con emoción contenida la salutación del ángel, tal vez sabedora que Dios se enamora del corazón que sabe guardar la belleza inapreciable al ojo humano.

“El mayor bien que podemos hacer a los otros
no es ofrecerles nuestra riqueza,
sino llevarlos a descubrir la propia”

(L.Lavelle)


Intención: SER CRÍTICOS CON AQUELLO QUE NOS CORROMPE

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