Un sacerdote amigo mío me dijo un día: "En las letanías falta una invocación" ¿Cuál?, le pregunté. Falta: "Reina del buen humor".
La palabra Evangelio significa precisamente: "Anuncio de alegría". La Virgen, yendo a casa de Isabel inunda aquella casa de alegría.
Hasta el niño que tenía en su seno salta de alegría. El Magnificat es todo un canto de alegría, de regocijo. La alegría escribió Chasterton es el gran secreto del cristianismo. El pecado siempre está unido a la tristeza mientras la santidad es siempre de alegría.
¡Un sólo instante y una María!
En cierta ocasión, cuando estaban rezando por un chaval endemoniado, ocurrió lo siguiente, según cuenta un testigo presencial: que "el demonio multiplicaba sus gritos con más fuerza y confusión, diciendo: "¿Por qué he de salir?", entonces, una religiosa allí presente exclamó con fervor: "¡Santa Madre de Dios, rogad por nosotros! ¡María, Madre de Jesús, venid en ayuda nuestra!". Al oír estas palabras, el espíritu infernal redobló sus horribles alaridos: "¡María! ¡María! ¡Para mí no hay María! No pronunciéis ese nombre, que me hace estremecer. ¡Si hubiese una María para mí, como la hay para vosotros, yo no sería un demonio! Pero para mí no hay María." Todos los presentes lloraban. Repitió el demonio: "¡Si yo tuviese un solo instante de los muchos que vosotros perdéis! ¡Un sólo instante y una María y yo no sería un demonio!."
¡Qué fuerte! Satanás es un ángel que se separó de Dios; y dice que si tuviera a María no sería demonio. Esto es, porque no contó con Ella ha caído tan bajo. Con qué alegría puedo gritar, en momentos de bajón, de dificultad, de vacas flacas: ¡Tengo a María! Eso es lo importante; lo demás cambia.
Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.
Texto escrito por José Pedro Manglano Castellary (Sacerdote)
La universalidad de la Iglesia la queremos visualizar en la flor “iris”. Los entendidos aseguran que es una especie que igual se desarrolla en las cumbres como en los llanos, en los ríos o en los lugares más áridos.
María nos invita, en este mes de mayo, a no perder el horizonte de nuestra fe universal. A estar en comunión con miles de herman@s nuestr@s que creen en lo mismo que nosotros, que celebran el amor que Dios les tiene, que cantan con gozo, aún en diferente idioma, el Aleluya de la Pascua.
La Iglesia, que es la gran familia de los hijos de Dios, se siente unida por la fuerza y el vínculo del Espíritu Santo. Se fortalece por la Eucaristía. Se orienta por la Palabra de Dios. Se sostiene por la Gracia de la oración.
Dejamos la flor “iris” ante la Virgen y… nos vamos con la sensación de que nuestra familia es grande, santa, perfecta y pecadora a la vez. Que Pentecostés derrame sobre todos nosotros el DON DE ENTENDIMIENTO para comprender los Misterios de Dios.
“Cuando uno entra a una iglesia
es él mismo pero,
cuando sale,
sabe que no está sólo”
J.Leoz
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