Tu corazón, María,
rebosa agradecimiento.
Tu corazón, María,
desborda de felicidad.
Tu corazón, María,
se siente engrandecido por la presencia de Dios.
Tu corazón, María,
ama incluso a aquellos que no te aman.
¡Danos, María!
Un corazón sencillo
para acoger a Dios.
Un corazón noble
para sincerarnos con Él.
Un corazón alegre
para sembrar la ilusión.
Un corazón desprendido
para no mirarnos a nosotros mismos.
Un corazón conciliador,
para no cerrarnos a los que nos rodean.
Y, si por lo que sea,
ves que nuestros corazones
están cerrados con potentes candados:
ven a nuestro encuentro, María,
y rompe los eslabones que nos impiden ser libres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si quieres comentar no tengas inconveniente. Solo te ruego que seas educado y no uses nunca palabras soeces ni injuriosas. En caso contrario tendría que anularlo a continuación. Muy agradecido.