Tú que fuiste hombre de carácter y
ambicioso,
ayúdanos a ser fuertes en la fe y en
ambicionar los bienes del cielo.
Tú, el primero en derramar la sangre por
Cristo,
ayúdanos con más radicalidad, a
volcarnos por el Evangelio.
Tú, predilecto del Señor,
enséñanos a vivir más unidos a Él.
Tú, que valientemente te acercaste hasta
España,
empújanos para llevar el mensaje de
salvación
a todos los rincones de nuestra patria.
Tú, que en el camino hacia el corazón de
los hombres,
encontraste la ayuda prodigiosa de Santa
María,
que sea Ella, también, el pilar para
fortalecer nuestra fe.
Tú, que te aventuraste a sembrar en el
final de la tierra,
haz que no tengamos miedo
para seguir siendo portadores y
anunciadores de Cristo.
Tú que dejaste caer la semilla en el
surco de nuestra tierra
sé nuestro patrón para desarrollar y
dejar
la huella de Jesús en los hombres y
mujeres de nuestro tiempo.
Tú, que en el Campo de las Estrellas de
Galicia
sigues brillando con singular fuerza,
ayúdanos a destellar por la fuerza de
nuestras palabras
por el testimonio de nuestras obras
y por la grandeza de nuestra fe.
Tú, que bebiste el trago amargo del
cáliz del Señor,
levántanos cuando, en el afán
evangelizador,
nos asolen las pruebas o pesen las
cruces.
Tú, que eres punto final de un camino;
conviértenos en puentes entre Dios y los
hombres
en estrellas que iluminen la noche
oscura
en senderos que lleven al encuentro con
Jesús
en posadas donde los corazones descansen
en horizonte de un mañana mejor
en palabra oportuna frente al desaliento
y la desesperanza.
Y, si en los atajos inciertos y
traicioneros de la vida,
nos perdemos, confundimos o nos
aturdimos
indícanos con tu mano y, ante el
Espíritu,
intercede para que volvamos a la amistad
con Jesucristo.
Amén
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