LA FE. El fruto de
un nuevo curso nos debe de llevar a vivir y comunicar con más entusiasmo la fe.
Vive, cree y celebra aquello en lo que confías: CRISTO
EL AMOR. Despliega,
limpia, cuida y mima con delicadeza las alas del amor. Con razón, Miguel Ángel
Buonarroti, llegó a decir: “el amor es el ala que Dios ha dado al hombre
para volar hasta Él”. Que el
nuevo curso te ayude a elevar tus ideales como persona y como cristiano.
LA ESPERANZA. En una
realidad dura, en la que aparecen tantos motivos para desertar o desanimarse,
hemos de aprender a esperar. La esperanza es el motor que nos empuja y nos
alienta a seguir adelante.
LA ALEGRÍA. Andamos
escasos de alegría. Dicen que, al hombre de hoy, le cuesta sonreir mucho. El
encuentro con Jesús, con la parroquia, con la Eucaristía, nos llena de una
auténtica y sana alegría.
LA PAZ. Creer en
Dios conlleva ser constructores de paz. Pero, para ello, hay que recordar
aquello de Fray Luis de León: “Estar en paz consigo mismo es el medio
más seguro de comenzar a estarlo con los demás”. Un nuevo curso es una nueva oportunidad para la paz, con uno mismo
y con los demás.
LA PALABRA. Sin
referencia a Dios, el ser humano queda huérfano. Sin la escucha de su Palabra
quedamos asombrados y, a la vez, adormecidos por la palabrería barata del
mundo. Atiende y acoge con humildad y reflexión la Palabra de Dios. Te aportará
muchas respuestas.
LA CONCIENCIA. No todo
vale, ni todo es bueno. Procura corregir los errores del pasado pero, que el
recuerdo, no obstaculice tu afán de superación. Sólo una buena conciencia, recta
y bien formada, conseguirá que duermas feliz.
DIOS. Recuerda
que tu existencia, seas joven o adulto, es corta y limitada. Sólo Dios es sabio
y eterno. Dale algo de tu tiempo, de tu silencio, de tu entrega, de tu caridad.
Encontrarás en Él la sabiduría y la fuerza para seguir adelante.
CARIDAD. “Es
mejor dar que recibir” (Hechos 20,35). Bríndate generosamente por algo
y por alguien. No dejes que pase ni un solo día sin una buena acción realizada,
sin una pequeña conquista de amor, sin un detalle ofrecido a una tercera
persona. Sentirás que, lejos de estar vacío, te encuentras más lleno.
LUZ. “Vosotros sois la luz del mundo”
(Mt 5). El inicio de un nuevo curso es dejarse encender por las llamas del
perdón, del amor, de la alegría, de la ilusión. El comienzo de un nuevo curso
es saber que estamos llamados a iluminar, no apagar; a ayudar, no a entorpecer;
a vivir, no a malvivir; a descubrir a Cristo, no a alejarnos de Él. Somos luz
del mundo y....parte de ese mundo, sigue empeñado en vivir en la oscuridad.
¿Intentamos ser semillas y no ceniza?
http://www.javierleoz.org/
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