1. Reconoce tus limitaciones.
Eres una criatura, no el Creador.
Solo Dios es autosuficiente;
tú, en cambio, necesitas de los demás.
2. ¡Ora siempre!
No solo en momentos especiales, sino siempre.
En
la vida cotidiana
la presencia de Dios
también te puede sorprender.
3. Ora desde tu debilidad y desamparo.
Abandónate a Dios,
confía en
Él.
4. Permíteme ser incapaz o incompetente.
El único perfecto es Dios,
tienes permiso para no ser perfecto.
Tienes permiso para reconocer tu
ignorancia.
5. Sé suficientemente amable
o crítico al mismo tiempo.
6. Sé inclasificable,
no te dejes encasillar.
Da lugar a la
sorpresa.
Eres único.
7. Bendice todo lo bello
y bueno, aun en momentos de cruz.
8. Sé escandalosamente "católico",
disfruta de la
bondad de la vida...
9. Acepta el paso del tiempo,
abraza el envejecimiento;
es parte de
la vida.
10. Sirve al Dios verdadero,
que está
presente
en todo lo que te rodea.
Daniel Berrigan:
“Mandamientos para un Largo Camino”
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