El poder de bendecir va
contigo en todo tiempo y a todo lugar.
Cuando usas ese poder
dado por Dios, el Señor puede obrar maravillas en aquellos a los que tú
bendices.
Cuando subes a un autobús, o caminas por la calle, o cuando ves a un compañero de trabajo, o
piensas en tu hijo, si tú los bendices, puedes hacerles a ellos un gran
favor.
Quizá te preguntes
¿pero cómo hacerlo?
Tan solo piensa en esa
persona, o si se halla cerca de ti, puedes mirarla ligeramente. Entonces imagina
a Jesús que se arrima hasta donde él o ella está.
Mira cómo le impone sus
benditas manos y de sus llagas glorificadas surge una luz brillante que penetra
por la corteza cerebral e inunda todo su ser.
Quizá no sepas lo que
la bendición Divina va a provocar en esa persona, pero lo importante es que Dios
sí lo sabe, y tú, con tu oración lo has ayudado a entrar en esa alma. Lo cual,
sin lugar a dudas, Nuestro Señor, te lo agradecerá.
Yo haré de ti una gran
nación
y te bendeciré;
engrandeceré tu nombre
y serás una bendición.
Génesis 12,
2.
Los sacerdotes entendemos mucho de equipajes con problemas, porque a veces nos toca ser aduaneros a lo divino.. Procura arreglarte en vuelo con tu conciencia, porque a la llegada, si no tienes en regla, puedes no pasar, esperar que te venga el indulto, o como dicen ahora, también te pueden trincar.
ResponderEliminarDios es tan misericordioso que siempre espera casi hasta el final. Incluso en el último vuelo tenemos oportunidad de cambiar. ¿Por qué vas desaprovechando tantas oportunidades de una vida feliz aún durante el vuelo? Franja..