Los momentos de dificultad deben ser tomados
como oportunidades de crecimiento y como pruebas
que Dios nos pone para prepararnos para nuevos
caminos o cosas mejores.
Ante situaciones difíciles, la persona debe aprender
a sobreponerse, debe luchar para que el entendimiento
no se llene de oscuridad y no se pierda el ánimo;
y hay que estar dispuesto a aceptar los designios
de Dios y asumir los cambios que la vida misma
va proporcionando.
Se requiere mucha fortaleza interior para afrontar las crisis
concentrándose en la búsqueda de soluciones positivas.
Pero esas soluciones positivas no se pueden ni se van
a encontrar fuera de uno mismo; toca buscarlas dentro,
en la interioridad, allá donde habita el alma y reside
la fuerza del espíritu.
Hay que llegar al interior de cada uno y mirarse a sí mismo
para aprender el sentido de la vida, observando y descubriendo
toda la riqueza del espíritu que nos anima.
Es preciso saber escuchar para poder entender y hablar.
Se requiere abrir el corazón para que el amor pueda habitar
en nosotros y en el silencio interior podamos escuchar
la Palabra de Dios.
Dentro de nosotros está todo lo que somos.
Se encuentran también, de alguna forma, todas
las personas y acontecimientos que han pasado
por nuestra mente a través de toda la vida.
Hay que ir al encuentro de todo lo que hay dentro
para identificarlo, evaluarlo, radicarlo en nuestro interior
si es un objeto de bien o desalojarlo si es un objeto de mal.
Hay que rescatar la autoconfianza, consolidar la fe
y hallar nuestra propia identidad. Es imprescindible
que aprendamos a iluminarnos a nosotros mismos,
a andar con determinación a comprometernos
en un verdadero proceso de transformación interior
en el que la fuerza del espíritu nos permita encontrar
nuestro mejor sentido.
P. Eusebio Gómez Navarro OCD
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