Si eres capaz de saborear el placer
que proporciona una flor, una sonrisa,
un juego de niños, eres más rico y más feliz
que el más ricachón: él tiene todo lo que
se puede desear y todavía permanece
insatisfecho, incapaz de saborear las cosas,
porque está aprisionado en sus riquezas
como el caballo de lujo en sus arreos.
Recuerda: no es cuanto posees lo que forma
tu riqueza, sino cuanto saboreas.
No dosifiques tu amor como un farmacéutico.
No calcules antes cuanto dar, hasta dónde
debe llegar tu amor.
No cortes al amor su espontaneidad.
El amor pesado y medido no es amor.
Es cálculo. No da alegría. Este tipo de amor
no te hace feliz. Vives en la indiferencia:
todos los días se convierten en un largo
y aburrido viaje en tren.
No sientes nunca el calor en tu intimidad;
nunca tienes ganas de cantar y bailar.
El amor espontáneo es otra cosa.
El amor espontáneo hacia tu marido,
tu mujer, tus hijos, tu padre y tu madre
hacia un niño abandonado, hacia un hombre
que sufre o hacia un ser marginado.
El amor espontáneo es un don que te conduce
hasta el más alto nivel de la satisfacción humana.
Padre Phil Bosmans
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