Así como la lluvia que cae del cielo empapa la tierra que
en apariencia era estéril, dándole nueva vida a todo lo que estaba en sus
entrañas, de manera similar, la gracia de Dios se derrama cada día más en tu
pobre corazón.
En ti se encuentran semillas de bondad y de bendición que
aún no han germinado. Por eso, pídele a Dios ser receptivo a su gracia y
disponte a recibir todo el amor del Señor. Entonces, verás brotar en tu
interior, frutos nuevos que ni siquiera imaginabas que estaban en tu alma.
Luego pídele al Señor que las plantitas de los nuevos
comportamientos echen raíces profundas por medio de la virtud de la
perseverancia, no sea que los embates del demonio hagan que esos frutos se
marchiten y que tú vuelvas a vivir en aridez.
(…) aquel que
persevere hasta el final se salvará. Mateo 10, 22.
Un enemigo de la perseverancia es el demonio. Esta oración de siglos, se rezaba antiguamente al final de la Santa Misa, con las Avemarías y la Salve, y la oración a S. Miguel. El sacerdote la rezaba de rodillas al pié del altar. La quitaron de la Misa, para que no fuese tan larga...y así nos fue. Para devoción privada, nadie puede impedir que la recemos.Yo lo hago.
ResponderEliminar"San MIguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que vagan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"