Es
un dogma de fe que María Santísima fue llevada al cielo en cuerpo y alma.
Acontecimiento que celebramos el 15 de agosto.
La Asunción es un mensaje de
esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de
Dios y en la alegría de tener una Madre que ha alcanzado la meta a la que
nosotros caminamos.
Este día, recordamos que María es una obra maravillosa de Dios.
Concebida sin pecado original, el cuerpo de María estuvo siempre libre de
pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue
manchado por el pecado, fue siempre un Templo Santo e Inmaculado.
También, tenemos presente a Cristo por todas las gracias que
derramó sobre su Madre María y cómo Ella supo responder a éstas. Ella alcanzó la Gloria de Dios por la
vivencia de las virtudes. Se coronó con estas virtudes.
La maternidad divina de María fue el mayor milagro y la fuente
de su grandeza, pero Dios no coronó a María por su sola la maternidad, sino por
sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre,
su perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y agradecimiento.
María cumplió perfectamente con la voluntad de Dios en su vida y eso es lo que la llevó a llegar a la gloria de Dios.
María cumplió perfectamente con la voluntad de Dios en su vida y eso es lo que la llevó a llegar a la gloria de Dios.
En la Tierra
todos queremos llegar a Dios y en esto trabajamos todos los días. Esta es
nuestra esperanza. María ya ha alcanzado esto. Lo que Ella ha alcanzado nos
anima a nosotros. Lo que Ella posee nos sirve de esperanza.
María tuvo una enorme confianza en Dios y su corazón lo tenía
lleno de Dios.
Ella es nuestra Madre del Cielo y está dispuesta a ayudarnos en
todo lo que le pidamos.
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