San Maximiliano nos legó
su concepción de la Iglesia militante y en febril actividad
para la construcción del Reino de Dios. Actualmente siguen vivas
obras inspiradas por él, tales como: los institutos religiosos de
los frailes franciscanos de la Inmaculada, las hermanas franciscanas de
la Inmaculada, así como otros movimientos consagrados a la Inmaculada
Concepción. Pero sobretodo, San Maximiliano nos legó un maravilloso ejemplo
de amor por Dios y por los demás.
Juan Pablo II, un año después de su elección,
en Auschwitz, dijo: «Maximiliano Kobe hizo como Jesús, no sufrió
la muerte sino que donó la vida» Se refería a su muerte, ya que San Maximiliano estuvo prisionero en el campo de concentración de Auschwitz, en
donde a pesar de las terribles condiciones de vida prosiguió
su ministerio.
Cuando un prisionero de la misma sección a
la que estaba asignado San Maximiliano escapa; en represalia, el
comandante del campo ordena escoger a diez prisioneros al hazar
para ser ejecutados. Entre los hombres escogidos se encontraba un polaco como San Maximiliano, casado y con hijos.
San Maximiliano, que no estaba entre los diez prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio, y San Maximiliano es condenado a morir de hambre junto con los otros nueve prisioneros. Diez días después de su condena y al encontrarlo todavía vivo, los nazis le administran una inyección letal.
San Maximiliano, que no estaba entre los diez prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio, y San Maximiliano es condenado a morir de hambre junto con los otros nueve prisioneros. Diez días después de su condena y al encontrarlo todavía vivo, los nazis le administran una inyección letal.
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