Ha sido Lucas en
su evangelio quien nos ha dicho el nombre de la doncella que va a ser la Madre
de Dios: "Y su nombre era María". El nombre de María, traducido del hebreo
"Miriam", significa, Doncella, Señora, Princesa.
Estrella del Mar,
feliz Puerta del cielo, como canta el himno Ave Maris Stella. El nombre de María
está relacionado con el mar pues las tres letras de mar guardan semejanza
fonética con María. También tiene relación con "mirra", que proviene de un
idioma semita. La mirra es una hierba de África que produce incienso y
perfume.
En el Cantar de
los Cantares, el esposo visita a la esposa, que le espera con las manos
humedecidas por la mirra. "Yo vengo a mi jardín, hermana y novia mía, a recoger
el bálsamo y la mirra". "He mezclado la mirra con mis aromas. Me levanté para
abrir a mi amado: mis manos gotean perfume de mirra, y mis dedos mirra que fluye
por la manilla de la cerradura". Los Magos regalan mirra a María como ofrenda de
adoración. "Y entrando a la casa, encontraron al niño con María, su madre, y
postrándose, lo adoraron y abriendo sus cofres, le ofrecieron oro, incienso y
mirra". La mirra, como María, es el símbolo de la unión de los hombres con Dios,
que se hace en el seno de María. María es pues, el centro de unión de Dios con
los hombres. Los lingüistas y los biblistas desentrañan las raíces de un nombre
tan hermoso como María, que ya llevaba la hermana de Moisés, y muy común en
Israel. Y que para los filólogos significa hermosa, señora, princesa, excelsa,
calificativos todos bellos y sugerentes.
EL NOMBRE Y LA
MISION
En la Historia de
la Salvación es Dios quien impone o cambia el nombre a los personajes a quienes
destina a una misión importante. A Simón, Jesús le dice: "Tú te llamas Simón. En
adelante te llamarás Kefá, Pedro, piedra, roca, porque sobre esta roca edificaré
mi Iglesia". María venía al mundo con la misión más alta, ser Madre de Dios, y,
sin embargo, no le cambia el nombre. Se llamará, simplemente, MARIA, el nombre
que tenía, y cumple todos esos significados, pues como Reina y Señora la
llamarán todas las generaciones. María, joven, mujer, virgen, ciudadana de su
pueblo, esposa y madre, esclava del Señor. Dulce mujer que recibe a su niño en
las condiciones más pobres, pero que con su calor lo envuelve en pañales y lo
acuna. María valiente que no teme huir a Egipto para salvar a su hijo. Compañera
del camino, firme en interceder ante su hijo cuando ve el apuro de los novios en
Caná, mujer fuerte con el corazón traspasado por la espada del dolor de la Cruz
de su Hijo y recibiendo en sus brazos su Cuerpo muerto. Sostén de la Iglesia en
sus primeros pasos con su maternidad abierta a toda la humanidad. María, humana.
María, decidida y generosa. María, fiel y amiga. María fuerte y confiada. María,
Inmaculada, Madre, Estrella de la Evangelización.
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