¡CUÁNDO MÁS TE NECESITO, SEÑOR!
Padre Javier Léoz
Te asomas, despertándome de mi letargo cristiano
y me pones en guardia frente a tantas cosas
que debilitan y distorsionan mi amistad contigo.
Cuando más te necesito, Señor,
eres cayado en el que me apoyo para sujetarme,
nunca caer y siempre levantarme.
Cuando, veo que mi nombre se pierde en el abismo,
suena tu voz clara y nítida: ¡AMIGO!
Y, compruebo una y otra vez,
que eres Pastor que guarda mis pensamientos en el día
y hasta vela mis sueños entrada la noche.
Sí; Jesús.
Siempre surges en el momento oportuno.
Conoces mi vida como nadie
y, a pesar de estar tan llena de briznas,
la pones sobre tus hombros
para, una y otra vez, redimirla de sus pecados y dolencias.
Y es que, Tú, Señor,
como Pastor diligente, oportuno y puntual
te haces el encontradizo cuando más te necesito.
Si, debilitado por mis esfuerzos,
pienso en el abandono
me elevas sobre tus hombros,
me cubres con tus brazos
y me rodeas con tus Palabras de liberación.
Si, paralizado por mis errores, miro al fracaso
susurras palabras de consuelo a mis oídos:
¡Yo estaré contigo todos los días!
Y es que, Tú, Señor,
como Pastor que conoces mis atajos y mis dudas,
te presentas cuando más te necesito.
Si, confundido por mil ideas, temo desertar
me confirmas en la fe verdadera: ¡YO SOY!
Si, añorando poder y riquezas,
dirijo mis ojos hacia el escaparate del mundo
me llevas ante el tesoro de tu amor.
Y es que, Tú, Señor,
como Pastor, no quieres que –aún siendo débil oveja-
me pierda y me vaya lejos de tu rebaño.
Por eso y por tantas cosas, Señor,
te doy gracias,
bendigo tu nombre,
avanzo en tus sendas,
proclamo tu Palabra,
y, hoy como ayer, te digo:
¡TÚ ERES EL BUEN PASTOR!
Apareces siempre
cuando más te necesito.
Amén.
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