A menudo, las oraciones nocturnas se limitan a recitar un poema o repetir una pequeña oración memorizada.
Sin embargo, éstas pueden convertirse en devociones familiares, si la familia completa se reúne, al lado de la cama del hijo que se acueste primero.
Cada miembro de la familia hace una sincera oración espontánea e improvisada. Uno o dos versos de las Escrituras, pueden ser leídos antes de ese tiempo.
La idea no es que el niño sea obediente al decir una oración antes de dormir, sino que el corazón del chico se una al de Dios y al de cada miembro de la familia.
Las oraciones espontáneas e improvisadas, invitan al chico a compartir su corazón con el Señor.
Cuando cada miembro de la familia ora, el niño puede vislumbrar el alma de ellos y aprender del ejemplo, cómo relacionarse con Dios, ofrecerle alabanza, y cómo exponer sus peticiones a un Padre amoroso.
Concluye esta noche con un altar familiar. Aun cuando no tengas hijos, es una oportunidad para pasar tiempo con tu Padre celestial y poner en orden el caos del día.
Él te ayudará a situar las cosas en su debida perspectiva, para que puedas dormir en paz.
Gracias D. Javier por recordarnos que hay que rezar en familia y por enviarnos estos consejos desde su magnífico blog de la Parroquia de Baiona:
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