La visión del hombre cristiano es reconocer que somos CREADOS no por necesidad sino por amor, dependemos y al mismo tiempo somos libres. Tenemos nostalgia de FELICIDAD, de experimentar armonía interior y exterior, porque abusamos de nuestra libertad, demostrada con nuestros pecados, que debilitan y hasta pueden romper nuestra relación con Dios, con los demás, con uno mismo; que hace sentirnos CAÍDOS, fuera de casa. De ahí el deseo y la necesidad del Perdón, de la recuperación del don de la amistad original y divina solo posible aceptando ser REDIMIDOS por Cristo, que actúa perdonando y salva la distancia entre los hombres y Dios por mediación del Sacramento de la Penitencia o de la Reconciliación y que nos devuelve la alegría de la salvación.
Así como la viña no se poda a sí misma y cuanto más profundas sean sus raíces, más segura se siente; nosotros debemos dejarnos perdonar y recuperar la gracia de ser firmes en la fe en medio de los temporales y tempestades de la moda subjetivista de tener un Dios a la carta, andar por libre y desconfiados del poder de la oración y los sacramentos.
JUBE
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