Dos libertades se encuentran y nueve meses antes de dar la LUZ de la vida y la Palabra hecha carne celebramos que "de muchas maneras habló Dios a los hombres, ahora, en esta etapa final de la historia, por el Hijo". Y este deseo fue posible por el SÍ libre de aquella joven María de Nazaret, que concretiza su profunda vocación al amor cooperando con el proyecto salvífico de Dios-Amor siendo la Madre engendrada por el Espíritu Santo.
También nosotros imitamos a la Virgen cuando descubrimos que venimos al mundo para una misión única e irrepetible, nadie la hará por nosotros, de ahí la responsabilidad personal de ser consecuentes con el sí o no a las llamadas de Dios. Como ella no entendemos a la primera, ni podemos solo con nuestras fuerzas o buena voluntad, necesitamos la ayuda y la fuerza del Espíritu Santo, que recuerda, actualiza, renueva y hace eficaz la Palabra de Dios acogida con un corazón limpio, condición para ser feliz y ver a Dios actuando aquí y ahora entre nosotros.
La respuesta a Jesús es hoy en cada Eucaristía, pues en ella descubrimos y saboreamos lo mucho que hizo por nosotros y solo espera nuestro uno para que sea ciento, nuestro sí sincero para ser humildes con Dios y valientes comprometidos entre soberbios que viven como si Dios no existiera o como si estuviera mudo, cojo o sordo.
Dios habla y con María le respondemos: Sí. Ella la santa, nosotros contando con su paciencia y misericordia que perdona, alienta y nos envía para que con nuestras buenas obras otros den gloria a Dios.
JUBE
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