Señor Jesús,
que con fidelidad visitas
y colmas con tu Presencia la Iglesia
y la historia de los hombres,
te suplicamos:
Aviva en nosotros el respeto
por toda la vida humana naciente,
haz que veamos en el fruto del seno materno
la admirable obra del Creador;
abre nuestro corazón a la generosa acogida
de cada niño que se asoma a la vida.
Acompaña con la luz de tu Espíritu
las decisiones de las asambleas legislativas,
a fin de que los pueblos y las naciones
reconozcan y respeten
el carácter sagrado de la vida,
de toda vida humana.
Con María, tu Madre, la gran creyente,
en cuyo seno asumiste
nuestra naturaleza humana,
esperamos de ti,
nuestro único verdadero Bien y Salvador,
la fuerza de amar y servir a la vida,
a la espera de vivir siempre en ti,
en la comunión de la santísima Trinidad.
Benedicto XVI
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