Queridos hermanos y hermanas:
Me dirijo a vosotros con ocasión de la Jornada Mundial de
Misiones 2012. Me gustaría reflexionar con vosotros sobre la urgencia persistente
de anunciar el Evangelio en nuestro tiempo y sociedad.
Vienen a mi mente las palabras del Beato Papa
Juan Pablo II sobre la urgencia de la labor misionera de la Iglesia: no
podemos permanecer tranquilos pensando en los
millones de hermanos y hermanas, redimidos
también por la Sangre
de Cristo, que viven sin conocer el Amor de
Dios (RM 86). Son estas palabras que siguen teniendo vigencia y actualidad
especialmente ahora, cuando muchos siguen sin conocer a Cristo o aun habiéndolo
conocido no se han encontrado verdaderamente con Él. La fe en Dios es ante todo
un don y un misterio que hay que acoger en el corazón y en la vida pero, la fe
es un Don que nos ha sido dado a fin de compartirlo.
En este contexto, el Santo Padre Benedicto XVI
nos urge a retomar el mismo fervor apostólico de las primeras comunidades cristianas
que, pequeñas e indefensas, fueron capaces de difundir el evangelio por todo el
mundo mediante su anuncio y testimonio (Cf. Mensaje para el DOMUND 2012).
Anuncio y testimonio forman un bello binomio que si se hace presente en
nosotros, abundará en grandes frutos de Vida Nueva para toda la humanidad.
Son estos que nos ha tocado vivir nuevos tiempos en
los que la Iglesia
debe entrar en un ejercicio de renovación constante, de búsqueda de nuevas y
eficaces formas para llevar a todos los hombres el mensaje siempre necesario y
eficaz de Jesucristo.
Uno de los obstáculos al impulso de la
evangelización es la crisis de fe, no sólo del mundo occidental sino de gran
parte de la humanidad que, sin embargo, tiene hambre y sed de Dios y debe ser
invitada y conducida al pan de vida.
Según esto, podemos hablar de una Nueva
Evangelización. No otra evangelización, sino la misma que hemos recibido de
Cristo con un renovado ardor. Así lo afirma el Papa cuando dice que la
celebración del Año de la Fe y el Sínodo de los Obispos
sobre la Nueva
evangelización serán ocasiones
propicias para un nuevo impulso de la cooperación misionera
(Mensaje para el DOMUND 2012). Y todo esto sin descuidar nunca la
misión Ad Gentes, que como bien sabemos forma parte de la
esencia misma de la Iglesia.
Quiero finalmente recordar a todos que el mandato
misionero de Jesús sigue estando vigente e incluso es más necesario ahora que
nunca. Con la masificación de los medios en nuestros tiempos hay cada vez más
herramientas para que el mensaje del Evangelio llegue a todos los hombres; el
Señor ofrece la salvación a los hombres de toda época.
Todos nos damos cuenta de la necesidad de que la luz de Cristo ilumine
todos los ámbitos de la humanidad: la familia, la escuela, la cultura,
el trabajo, el tiempo libre y los otros sectores de la vida social (VD 93)
por lo que no hay escusa para cada uno de nosotros, desde su estado específico
de vida y medios, deje de transmitir de palabra y de obra la Buena Nueva de la Salvación.
Que Dios Padre, fuente de todo bien, os bendiga abundantemente.
Vuestro, afmo. en Jesucristo
+Luis Quinteiro Fiuza
Obispo de Tui-Vigo
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