Cuentan que una mujer oraba siempre a Dios, pero su petición nunca era respondida.
Pidió entonces ayuda a un sabio que habitaba en un convento muy alejado y éste le preguntó: ¿Cómo oras a Dios? Ella respondió:
-Yo más o menos le digo
así: Señor, este día tengo muchos problemas, muchas dificultades, necesito ayuda
y ya no sé qué hacer. Te pido que tengas compasión de mí pues mis fuerzas se han
agotado. Mi familia no me ayuda y tengo muchos enemigos.
-Claro, respondió el
sabio: Tu problema es muy sencillo. Cuando oras, debes ver a Dios y no ver tus
problemas. Dirigirte a Dios confiando en que Él escucha y sabiendo que Su poder
está sobre todas las cosas. De esta forma reconocerás a Dios como centro de tu
vida y entonces tu oración será escuchada. Pero aunque a ti te parezca que Dios
no te escucha, nunca dejes de orar.
¿Saben? A veces Dios se
convierte en un pañuelo de lágrimas a quien nos acercamos pero no para que nos
libre de nuestros problemas, sino para "quejarnos" y nuestras oraciones están
llenas de quejas, ira, e incluso rabia, pero pocas veces le decimos a Dios que
confiamos en Él, que conoce nuestros problemas y los puede
solucionar.
Cuando Pedro caminaba
sobre el agua, cuenta la Biblia que quitó su mirada de Jesús y fue entonces
cuando empezó a hundirse. Cada vez que sientas que te hundes, debes volver tu
vista y Él extenderá su mano y te levantará.
“De la misma forma,
cuando estés orando no debes tener a tus problemas como centro, sino a
Jesús”
Muy bien, de acuerdo. Busca al Dios de los consuelos y no busques los consuelos de Dios.
ResponderEliminarSin Él no es posible nada. Con Él...mayoría aplastante, porque no estarás tu solo. Tú y Dios...mayoría aplastante.
Confía siempre en Dios. Solo Dios basta, decía Santa Teresa. Así se entiende.