Un hombre que
viajaba en avión hacia Singapur, cuando faltaban pocos minutos para aterrizar,
se dio cuenta de que el joven que viajaba a su lado se estaba poniendo muy
nervioso.
Pensó que
posiblemente no estaba muy acostumbrado a viajar y que tenía cierto temor al
aterrizaje. Pero de pronto el joven se dirigió a él y le preguntó: –¿Es cierto
que en este país las personas que son descubiertas pasando droga las ahorcan?
–¡Efectivamente! le respondió, en este país si encuentran a alguien con droga,
la pena que les imponen es morir ahorcado.
El muchacho se
calló durante unos segundos. De pronto se levantó y se fue al servicio. Después
de unos minutos, regresó a su asiento, pero tenía una mirada distinta, una
mirada de alivio.
El hombre,
suponiendo lo que había ocurrido, le preguntó: –¿Te has deshecho de todo lo que
llevabas encima y que te ponía en peligro? El joven lo miró avergonzado y dijo:
-Sí Señor, pero por favor, no se lo diga a nadie.
Al llegar a
Singapur la policía retuvo al joven para inspeccionarle el equipaje y hacerle
un control rutinario. Afortunadamente para él, ya se había deshecho con
anterioridad de todo el equipaje no permitido en ese país.
Durante nuestra vida vamos llenando nuestro equipaje de hábitos, costumbres, creencias, valores y fundamentos que, además de cargarnos en exceso, son peligrosos y contrarios a la voluntad de Dios. Eso nos pone muchas veces en aprietos, nos causa vergüenza, confusión y siempre acaba por afectar nuestra vida y la de los que nos rodean de una manera negativa y casi siempre destructiva.
¿Estás llevando
algún equipaje del que necesitas deshacerte antes de que te cause más
problemas?
Muchas veces sabemos que llevamos algo prohibido en nuestro corazón y otras veces no somos muy conscientes y necesitamos identificarlo. Quizás pienses que, en el fondo, todos somos humanos y que es normal tener algún fallo. Incluso es posible que pienses que forma parte de ti, que es imposible arrancarlo de tu vida y te resignas diciendo, «yo soy así»
Bueno, esos
pensamientos son normales, pero también nos indican cuál es el grado de
religiosidad y conformismo en el que muchas veces estamos atrapados.
Al hablar de
«Religiosidad» me refiero a que, a veces, somos capaces de ir los domingos a la
iglesia y vivir una vida más o menos correcta y aceptable cuando estamos con
nuestra familia, y al mismo tiempo de vivir de una forma totalmente distinta
cuando estamos en el trabajo, con las amistades o solo.
Al hablar de
«Conformismo» me refiero a esa actitud pasiva que hace que no tomemos la
decisión ni demos los pasos concretos para solucionar o poner fin a un problema
conocido.
El conformista lo
que hace es todo lo contrario, utiliza todos sus esfuerzos en buscar formas de
justificar sus errores y pecados.
La diferencia entre
la mochila del joven del avión y nuestro equipaje, es que a nosotros no nos
resulta tan fácil deshacernos del equipaje autodestructivo. Sería fantástico
poder tirarlo a la basura, pero no, porque nuestro exceso de equipaje no es
externo, sino interno.
Es imposible
hacerlo por nosotros mismos. Esa es la razón por la que Jesucristo murió en la
cruz. Si nosotros fuéramos capaces de tratar con nuestro propio pecado, su
muerte no hubiera sido necesaria.
«Ustedes viven siempre angustiados;
siempre preocupados
«por el
exceso de equipaje»
Vengan a Mí,
y yo los haré descansar»
www.reflexionesparaelalma.net
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