Oración por un ser querido fallecido
Dios mío, te has llevado la persona
que más amaba en este mundo;
pero tú lo has querido así,
cúmplase en todo tu santa voluntad.
El gran consuelo que me queda es la esperanza
de que tú la hayas recibido en el seno de tu misericordia,
y que te dignarás algún día unirme con él (ella).
Si la entera satisfacción de sus pecados
lo(la) detienen aún en las penas
sin que haya ido todavía a reunirse contigo,
yo te ofrezco por él (ella) todas mis oraciones
y buenas obras, principalmente mi resignación ante esta pérdida;
haz, Señor, que esta resignación sea entera y digna de ti.
Amén
.
Oración por un niño fallecido
Dicen que, cuando un niño cierra los ojos en el mundo,
un nuevo ángel nace en el cielo.
Que cuando sus manos se cierran en la tierra,
dos alas se despliegan en la eternidad.
Dicen, que cuando un niño deja de palpitar,
un corazón limpio y puro late junto al de Dios.
Que cuando dos pies virginales dejan de caminar,
un gran sendero, con flores y plantas,
espera en lo más alto de la cumbre.
Dicen, que cuando un niño deja de vivir
Dios lo recoge para que siga viviendo eternamente.
Porque, un niño, es promesa e ilusión;
es futuro y es siembra;
es mañana y es sonrisa;
es juego y travesura;
y, por ello mismo, porque es esperanza
un niño nunca deja de existir sino que vive.
Vive porque Dios, como creador,
no permite una obra inacabada.
No quiere que algo suyo quede injustamente en el olvido.
Desea, que este mundo nuestro,
Sea adornado por la belleza y la candidez;
la alegría y la espontaneidad… de un niño.
Por eso, un niño, cuando cierra los ojos prematuramente,
un nuevo ángel nace en el cielo.
Dos alas se despliegan en lo alto.
Un canto angelical se oye en el firmamento.
Un susurro celestial sostiene la tristeza del momento.
Hoy, un ángel, existe en vuestra familia,
en vuestro corazón,
en vuestra fe,
en vuestra esperanza
Su nombre es…............
Oración por una madre o padre fallecidos:
Aunque nos hagas morder el polvo,
no podrás enterrarnos.
Aunque nos obligues a dejar de sonreir,
no olvidaremos la alegría.
Aunque nos inclines hacia el suelo,
siempre miraremos hacia el cielo.
¡No podrás, nunca, muerte!
Arrebatarnos lo que en la vida
tanto hemos querido.
Lo que la fe nos dice
que es promesa y futuro.
Lo que, en un corazón y con alma propia,
latió y sintió en una misma familia.
¡No! ¡Claro que no!
¡Nunca podrás!
Destruir el amor de tantos años,
los sueños de aquel que ha sido padre,
la felicidad del que ha sido esposo,
la siembra del que, también, ha sabido ser amigo.
¡No podrás!¡Nunca muerte!
Poner final, donde existe un principio;
derrota, donde espera una victoria;
llanto, donde aguarda una eterna fiesta;
muerte, donde añoramos una eterna VIDA.
¡No! ¡Nunca podrás!
Aunque ahora lo parezca
poner tu última palabra
pues, sabemos que Dios,
por ser Padre y tener buena memoria
pronunciará, uno por uno,
nuestro nombre con su potente voz:
XX
¡Presente, mí Señor!
Oración por el esposo o esposa fallecidos
Si muero antes que tú, hazme un favor:
Llora cuanto quieras, pero no te enojes con Dios por haberme llevado.
Si no quieres llorar, no llores.
Si no logras llorar, no te preocupes.
Si quieres reír, ríe.
Si algunos amigos te cuentan algo de mí,
óyelos y cree lo que digan.
Si me elogian demasiado,
corrige la exageración.
Si me critican demasiado,
defiéndeme.
Si quieren hacerme un santo,
sólo porque he muerto,
di que yo tenía algo de santo,
pero estaba lejos de ser el santo que pintan.
Si quieren hacerme un demonio,
muestra que yo tal vez tuve algo de demonio,
pero toda la vida procuré ser bueno y buen amigo,
buena persona y buen esposo.
Si intentan canonizarme
di que yo nunca quise ser incensado en vida.
Si hablan más de mí que de Cristo,
llámales la atención.
Si sientes tristeza y deseas rezar por mí,
puedes hacerlo, pues quizás necesite tu ORACIÓN.
Sé de tu confianza en Dios y, de las veces,
que en nuestro matrimonio la FE fue salvación.
Si quieres hablar conmigo,
habla con Jesús y yo lo escucharé.
Espero estar con Él lo suficiente
para continuar siendo útil para ti,
y para los nuestros, allá donde esté.
Y si quieres escribir algo sobre mí, di solo una frase:
¡Fue mi amigo, mi esposo, mi compañero,
creyó en mí y me quiso para Dios!
¡Era una flecha que vivía apuntando en dirección a Dios!
Ahí, entonces, derrama una lágrima.
Yo no estaré presente para enjugarla,
pero no hace falta, pues otros amigos
y nuestras hijos lo harán en mi lugar.
Y viéndome bien sustituido,
iré a atender a mi nueva tarea en el cielo.
Pero de vez en cuando, da una escapadita hacia Dios;
no me verás, pero yo estaré muy feliz viéndote a ti mirar hacia Él.
Y cuando llegue para ti la hora de ir a ver al Padre,
ahí donde nadie puede separarnos,
viviremos la amistad que aquí nos preparó para Él.
¿Crees en estas cosas?
Entonces, reza para que los dos vivamos
como quien sabe que va a morir un día
y que muramos como quien supo vivir bien.
La amistad sólo tiene sentido si hace el cielo más cercano
y si aquí inaugura su comienzo.
Pero, si yo muero antes que tú,
creo que no voy a extrañar el cielo...
Ser tu esposo, ya era Un Pedazo de Cielo.
Oración por un joven fallecido
Quédate, Señor, conmigo, porque necesito
verte presente para no olvidarte,
pues ya sabes con cuánta frecuencia te abandono.
Quédate, Señor, conmigo, porque soy muy débil
y necesito de tu aliento y de tu fortaleza
para no caer tantas veces.
Quédate, Señor, conmigo, porque Tú eres mi vida
y sin Ti, con frecuencia, decaigo en el fervor.
Quédate, Señor, conmigo, porque Tú eres mi Luz
y sin Ti estoy en tinieblas.
Quédate, Señor, conmigo, para que oiga tu Voz y la siga.
Quédate, Señor, conmigo, porque deseo amarte mucho
y vivir siempre en tu compañía.
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Quédate, Señor, conmigo, si quieres que te sea fiel.
Quédate, Señor, conmigo, porque, aunque mi alma es muy pobre,
deseo que sea para Ti
Quédate, Señor, conmigo, porque se hace tarde
y declinan las sombras, es decir, se pasa la vida,
se acerca la cuenta, la eternidad;
y es preciso que redoble mis días, mis esfuerzos,
que no me detenga en el camino.
Por eso te necesito. Se hace tarde y se viene la noche,
me amenazan las tinieblas, las oscuridades,
las tentaciones, las sequedades, las penas, las cruces,
todas las cargas, Señor, y Tú me eres necesario.
¡Cuánta necesidad tengo de Ti!
Quédate, Señor, conmigo porque,
en esta noche de la vida y de los peligros, deseo ver tu claridad; muéstrateme y haz que te conozca
como tus discípulos en el partir del pan;
es decir, que la unión Eucarística sea la luz que aclare mis tinieblas,
la fuerza que me sostenga.
Quédate, Señor, conmigo porque, cuando llegue la muerte,
quiero estar junto a Ti y, si no por medio de la Eucaristía,
al menos
quiero tener mi vida unida a Ti por tu gracia y tu amor.
Quédate, Señor, conmigo, pues a Ti sólo te busco:
Tu Amor, tu Intimidad, tu Corazón, tu Espíritu y tu Gracia.
Te busco por Ti mismo porque te amo, y no te pido más recompensa
que amarte con solidez, prácticamente, amarte únicamente,
amarte cuanto puedo; amarte con todo mi corazón en la tierra
para seguir amándote con perfección por toda la eternidad.
Rosario por los difuntos