Nos enseña que, a pesar de la debilidad humana, Dios nos ama y nos llama a la
santidad. A pesar de todos los defectos que tenía, Pedro logró cumplir con su
misión. Para ser un buen cristiano hay que esforzarse por ser santos todos los
días.
Pedro concretamente nos dice: “Sean santos en su
proceder como es santo el que los ha llamado” (I Pedro, 1,15)
Cada quien, de acuerdo a su estado de vida, debe trabajar y pedirle a Dios que le ayude a alcanzar su santidad.
Nos enseña que el Espíritu Santo puede obrar maravillas en un hombre común y corriente. Lo puede hacer capaz de superar los más grandes obstáculos.
Cada quien, de acuerdo a su estado de vida, debe trabajar y pedirle a Dios que le ayude a alcanzar su santidad.
Nos enseña que el Espíritu Santo puede obrar maravillas en un hombre común y corriente. Lo puede hacer capaz de superar los más grandes obstáculos.
Fuente: http://www.es.catholic.net/
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