¡QUÉ
BUENO QUE VENGAS, SEÑOR!
Son tantos
los acontecimientos que nos aturden
que, por
momentos, sentimos que no hay vida
y que, si
la hay, está atrapada
por
sustos, sin sabores, violencias y desencuentros.
¡QUÉ BUENO
QUE VENGAS, SEÑOR!
Que, en la
Navidad, nos recuerdes la pequeñez
para que,
lejos de sentirnos grandes,
podamos
recuperar la esperanza
la
alegría, la fortaleza y la serenidad.
¡QUÉ BUENO
QUE VENGAS, SEÑOR!
Y que en
medio de tanto ruido
lo hagas
con el rumor del silencio
con tu
presencia humana y divina
y con tu
apariencia del que todo lo necesita.
¡QUÉ BUENO
QUE VENGAS, SEÑOR!
Haz que,
este adviento, sea viga que nos apuntale:
en nuestra
oración, para no perderte
en
nuestros caminos, para no desviarnos
en
nuestras luces, para alcanzar la estrella
en
nuestras entrañas, para no perderte
en nuestra
alegría, para celebrarte
en nuestra
esperanza, para aguardarte
en nuestra
oscuridad, para que Tú nos ilumines.
¡QUÉ BUENO
QUE VENGAS, SEÑOR!
Y que, al
celebrar tu Nacimiento,
sepamos ovacionarlo
con aires de salvación.
Pues, es
en la semilla de Belén, en un Niño,
donde se
hará grande el amor,
la
justicia y la paz con la mano de Dios.
¡NOS HACES
TANTA FALTA, SEÑOR!
Javier Leoz
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