QUE YO, SEÑOR, TAMBIÉN TE ANUNCIE
Por mis senderos y mis propias calles,
llevando a los que me rodean a tu CAMINO
y te conozcan y te amen
al igual que yo lo hago contigo.
Que en medio de tantos desiertos,
de los que te buscan y no te encuentran,
de los que andan perdidos y no quieren dar contigo,
de los que te conocieron y te olvidaron,
nunca me eche atrás, oh Señor,
y siga siendo heraldo de tu Evangelio
pregonero de tus gracias y de tu presencia
altavoz de tus verdades grandes y ciertas.
QUE YO, SEÑOR, TAMBIÉN TE ANUNCIE
Con mis palabras, pero sobre todo, con mi vida.
Con mi alegría, pero ante todo, con mi corazón.
Con mi fuerza, pero siempre, con tu Espíritu.
Con mi convencimiento, pero con tu auxilio.
QUE YO, SEÑOR, TAMBIÉN TE ANUNCIE
Que sea profeta en este mundo incierto
en el que sobra la palabrería
y echamos en falta palabras de amor y de consuelo.
Que sea un pequeño profeta, oh Señor,
y, como Juan Bautista, comunique tu llegada
que, hoy y aquí, sigues vivo entre nosotros
empujando y sosteniendo a tu Iglesia,
alimentando las esperanzas de tu pueblo,
dando testimonio de que, Tú, eres el Hijo de Dios.
Tú, Cordero de Dios, que vienes a salvarnos
bendícenos con tu mano siempre abierta
y que, lejos de fatigarnos,
nos des la fuerza del Espíritu Santo
para seguir siendo voces de tu Reino.
Amén.
Javier Leoz
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