Sentir tu presencia y tu mirada, María,
en las primeras horas de este nuevo año.
Notar que, tus pasos, nos acompañarán
en los nuestros débiles y vacilantes.
Eres Madre y Santa María del Año Nuevo.
Estrella que, encendida en el espléndido cielo,
alumbra la vía de nuestro incierto horizonte.
¡QUÉ GRAN BENDICIÓN, MARÍA!
Sentirnos tus hijos, perdidos en tus brazos,
deseando que una y otra vez
hasta el cielo nos levantes con afecto eterno de Madre.
Hoy, como al Niño Dios, abrázanos en tu pecho,
danos el calor de tu amor divino.
Bríndanos, oh Virgen Santa,
ese Pan de la Vida que es Jesús
y que nunca nos falte en la mesa de nuestra existencia.
¡QUÉ GRAN BENDICIÓN, MARÍA!
En Ti, Dios, se fundió con nuestra humanidad.
En Ti, Dios, se hizo más humano.
En Ti, Dios, salió a nuestro encuentro.
En Ti, tu pueblo, tus hijos, nosotros…
tocamos también, por Jesús y en Jesús, el mismo cielo.
¡QUÉ GRAN BENDICIÓN, MARÍA!
Pronunciar tu nombre en este primer día del año.
Javier Leoz
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