Jesús mío,
ayúdame a esparcir tu fragancia
dondequiera que yo vaya,
inunda mi alma con tu Espíritu y tu Vida;
penetra en todo mi ser y
toma posesión de tal manera,
que mi vida no sea en adelante
sino una irradiación de la tuya.
Quédate en mi corazón
con una unión tan íntima,
que las almas que tengan contacto con la mía,
puedan sentir en mí tu presencia y que, al mirarme,
olviden que yo existo y
no piensen sino en Ti.
Quédate conmigo.
Así podré convertirme en luz para los otros.
Esa luz, oh Jesús, vendrá de Ti;
ni uno solo de sus rayos será mío:
yo te serviré apenas de instrumento
para que Tú ilumines a las almas a través de mí.
Déjame alabarte en la forma
que es más agradable,
llevando mi lámpara encendida
para disipar las sombras en el camino de otras almas.
Déjame predicar tu Nombre
con palabras o sin ellas...
con mi ejemplo, con la fuerza de tu atracción,
con la sobrenatural influencia
evidentemente del amor
que mi corazón siente por Ti.
Card. John Henry Newman
Como estamos en el Año de la Fe, pedir a Dios gracia para irradiarla, es al mismo tiempo iluminar nuestra vida con su potente luz.
ResponderEliminarEl autor de esa oración, el Card. Newman, ahora el Beato Henry Newman, nos muestra cómo la oración sincera lleva a la conversión. El Card. Newman es un converso. Pastor protestante que rezaba por la Unidad de los Cristianos, y al final Dios le hizo ver, que la verdadera fe estaba en la Iglesia Católica. Después ordenado sacerdote católico, luego obispo y más tarde cardenal de la Iglesia Católica. Pero lo más importante es la santidad, y por eso sigue irradiando a Cristo con sus escritos y la santidad de su vida.
La oración es necesaria para un cristiano, después de leer la Palabra de Dios.