SÍ; ME LO DIJERON, SEÑOR
Que en el bienestar y en el tener,
encontraría el futuro y mi
seguridad.
Pero, cada día que pasa,
veo que soy menos que ayer
y que, en muchos momentos,
siento que no soy ni dueño de mí mismo.
Que los acontecimientos caminan muy
deprisa.
Que la apariencia y la
superficialidad es pan que sacia
pero un algo que siempre me falta.
SÍ; ME LO DIJERON,
SEÑOR
Que el horizonte era marcado
exclusivamente
por la brújula del ingenio humano,
y que, en ese paisaje, poco o nada
Tú, Señor, tenías que ver.
Pero, cada día que pasa,
compruebo que el hombre es un barco
a la deriva
y que, empeñado en ser “super-dios”
corre el riesgo de dejar de ser lo
que es: hombre.
ME LO DIJERON, SEÑOR
Que no hay fuerza que venga de lo
alto
que todo lo que somos y tenemos
es fruto del azar o de la pura
casualidad.
Pero, cada día que pasa,
siento que algo va a ocurrir;
que Alguien tiene que echar una mano
que Alguien tiene que intervenir
para que, la tierra, no sea un
brasero de cenizas.
ME LO DIJERON, SEÑOR
Por ello mismo, porque espero en Ti,
Señor
¡Ven! ¡Ven y sálvanos!
Y, a este mundo –roto, gélido y
vehemente-
regálanos un poco de esperanza y de
ilusión
con tu llegada en Belén.
Amén.
Javier Leoz
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