No
me pidas demasiado, Señor
Porque
tengo miedo a perderte si,
en
el camino vislumbro piedras y encrucijadas.
Porque,
mi vida, a veces cómoda y caprichosa,
se
mueve más con los impulsos
del
tic tac del mundo,
que
con el agua de la fe.
No
me pidas demasiado, Señor.
Porque,
temo decirte que “te amo”,
cuando,
tal vez, sin quererlo o sabiendo,
me
amo demasiado a mí mismo,
alejándome
de ti y de tus mandatos.
Porque,
diciéndote que “te quiero”,
me
cuesta manifestar públicamente
que,
tu camino y mi amistad contigo,
no
siempre ha de estar lleno de aplausos,
ni
reconocido por los poderes del mundo.
¡No
me pidas demasiado, Señor!
Digo
“creo en Ti” y miro hacia otro lado.
Proclamo
“espero en Ti”,
y
me guío por otras estrellas.
Grito
“eres lo más grande”,
y
te dejo, pequeño e insignificante, con mis obras.
Como
Pedro, Señor,
yo
te digo que tú eres el Hijo de Dios.
El
que rompe los ruidos de los cañones, con tu paz.
El
que resquebraja la violencia, con tu fraternidad.
El
que dinamita el odio, con la fuente de tu amor.
Por
eso, Señor, no me pidas demasiado.
Pero,
ayúdame, a crecer en mi trato contigo.
A
descubrirte como la fuerza más poderosa.
Como
el Señor ante otras decenas de señores.
Como
lo más querido en mi vida y en mi corazón.
Amén.
P. Javier Leoz
Solo quiero darle la gracias por la publicacion.Te usted Lazaro de Rusia
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