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14 may 2013

En Mayo con María - Reflexión y Flor Día 15


 
El rezo del Rosario

Santo Domingo predicó mucho el rezo del Santo Rosario. Cuenta una biografía suya que un día le llevaron un pobre hombre endemoniado. El Santo puso el rosario que llevaba en el cuello de este hombre y después preguntó a los demonios que le poseían:

- De todos los Santos del cielo, ¿cuál es el que más teméis?

Los demonios se negaron a responder, debido a que había mucha gente delante y no querían revelar en público a quién tenían miedo. Como Santo Domingo insistió, una y otra vez, al final contestaron en voz alta:

- La Santísima Virgen; nos vemos obligados a confesar que ninguno de los que perseveren en su servicio se condenará con nosotros; uno solo de sus suspiros vale más que todas las oraciones, las promesas y los deseos de todos los santos. Muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan por su intercesión. Si no se hubiera opuesto a nuestro esfuerzo hace mucho tiempo que tendríamos derribada y destruida a la Iglesia entera. Santo Domingo hizo rezar el rosario a todo el pueblo, y al fin los demonios salieron del hereje, dando aspavientos.
¡Qué suerte ser tu hijo, María! Ahora sí que digo con toda paz que no tengo miedo a nada ni a nadie. Pero sí a una cosa: a vivir sin Ti, como si fuese huérfano. Encárgate Tú, por favor, de que eso no suceda, y ya está. ¡Gracias, Madre mía!

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.

Texto escrito por José Pedro Manglano Castellary (Sacerdote)



En un mundo donde se truncan amistades y deseos, amores y proyectos es bueno ofrecer a Santa María la flor de “la camelia”. Simboliza la amistad que nunca nadie podrá romper.

“¡Bienaventurada me dirán todas las generaciones!”
(Magnificat)

Virgen y Madre, en este mes de mayo –una vez más- nos postramos ante Ti y te felicitamos por ser la Madre de Jesús. Por haber ocupado parte de nuestro corazón. Porque, aunque pasa el tiempo, sigue vivo y agradecido nuestro afecto y cariño hacia Ti.

Hoy sigues brillando con el mismo resplandor que destella esta camelia que hemos cuidado y regado como el mejor testimonio de que nuestro amor hacia Ti, lejos de disminuir, va creciendo de día en día.

Te presentamos, hoy más que nunca, los esfuerzos y las fatigas de tantos hombres y mujeres del campo que miran al cielo pidiendo la oportuna lluvia o añorando el sol para el dorado de las espigas. Que nunca, Santa María, nos cansemos de dirigir la espiga de nuestra vida cristiana hacia ese otro sol de amor y de justicia, de paz y de perdón que es Jesús Resucitado.

“Más vale sembrar una semilla
en este día que llorar
la que se perdió ayer”

(Casona)


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