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26 nov 2012

Una palabra para cada día de la Cuarta Semana de Adviento 2012

FERIAS DE ADVIENTO:
¡CON MARIA!


17 diciembre:  ¡ESPERA CON MARIA!
La que conocía las promesas desde antiguo, se convierte en la Madre del Esperado.
¡María de la esperanza! Enséñanos a esperar
¡María de la esperanza! Ayúdanos a renacer a la fe
¡Maria de la esperanza! Indícanos cómo  acunar a Dios en nuestro corazón
¡María de la esperanza! Llévanos  a centrarnos en Jesús
¡María de la esperanza! Empújanos a ser portadores del amor de Dios
¿Qué haces ahí, María, postrada y recogida en Ti misma? Estoy esperando a que se cumpla lo prometido desde antiguo.
¿Qué haces ahí, María, de rodillas y en el suelo? No hago sino seguir las indicaciones que me sugiere el cielo: cuanto más humillado Dios, más humano.
¿Qué haces ahí, María, mirando tu seno? Miro porque quiero para el mundo salvación, paz, vida, dulzura, alegría y amor. Y, eso, sé que Dios lo puso dentro de mí.

“..y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”

18 diciembre: ¡Vive con María y con José!
José, el del silencio. El que, sin decir nada, con su actitud lo dijo todo: aquí estoy, Señor. ¡Haz lo que quieras! Y es que, en los sueños, es también donde los hombres soñamos a ser grandes, a ser perfectos. y también, donde las sombras, nos juegan unas malas pasadas.
Pero, el sueño de José, fue muy distinto. Sus dudas se transformaron en confianza. Gracias, al sueño de José, también nosotros podemos vivir unas navidades de ensueño y de sueños. ¿Quién no sueña con cumplir la voluntad de Dios? ¿O es que tal vez soñamos con todo menos con Dios? ¿Quién no sueña con un mundo en paz? ¿Quién no sueña, como José, con poner algo de nuestra parte para que el mundo vaya mejor?
¡Soñemos! ¡Claro que sí! ¡Soñemos. y hagamos, como José! ¡Creer!

“José despertó e hizo lo que le había mandado el ángel”
Mt 1,18.-24

19 diciembre:¡Déjate, como María, llevar por Dios!
Cuando uno se encuentra con Dios, pero un encuentro de verdad, se queda, como María: turbado, silencioso, sorprendido. Zacarías, lo podemos leer en el evangelio de hoy, salió de su -bis a bis- con el ángel “silencioso”.
En cuantas ocasiones, contemplando el rostro de muchas personas que nos rodean, podemos intuir o comprender que algo muy fuerte les ha pasado.
Un Juan Pablo II que, cuando entraba en oración, parecía como si el mundo no existiera.
Un Francisco de Javier que, celebrando la Eucaristía, las horas le parecían segundos.
Un Francisco de Asís, el fundador de los belenes, que desde su roce con Jesús…su vida cambió radicalmente.
¿Has tenido alguna vez, en algún momento, una experiencia tan impresionante de Dios como para quedarte en silencio?
Ojala que, la Navidad, produzca un silencio tan grande en tu vida que puedas escuchar el latido del corazón del mismo Jesús.
Hoy, muchos creyentes en el mundo, a pesar de que algunos nos quieran hacer pensar lo contrario, nos dicen: ¡mirad lo que Dios ha hecho en mí!




“Al salir, Zacarías no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario”
(Lc 1,5-25)

20 diciembre:  ¡Fíate, como María, del Angel!
Dios, una vez más, nos sorprende y deja el ancho cielo para, con la voz de un ángel, visitar la humilde casa de María.
¿Te imaginas escuchar la voz de Dios en tu propia casa? Podemos pensar que, los espacios exclusivamente sagrados, son la iglesia, una catedral, una capilla o un antiguo monasterio. Pero, Dios, es de aquellos que, cuando tiene algo que hacer y que decir, nos deja boquiabiertos y se presenta en los lugares más insospechados o menos divinos.
Un rincón, el de María, fue el señalado por Dios para hacerse hombre. Pero, todos los días, allá donde estamos, los que creemos y esperamos en Jesús de Nazaret, Dios se hace presente por nuestras palabras o ausente con nuestros silencios; visible con nuestras obras o invisible con nuestra pereza.
La Navidad, es ese espacio especialmente sagrado, donde Dios se deja ver, rezar, contemplar y adorar…hecho Niño.

“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”
(Lc 1,26-38)

21 diciembre:  ¡Sal de tu casa, como María!
Navidad, además, es ponerse en camino. ¿No lo van hacer los pastores? ¿No lo harán los Magos? ¿No lo hicieron por celestial autopista, ángeles subiendo y bajando del cielo? ¿No se pusieron en marcha los más pobres y sencillos?
¡Ponerse en camino! Sólo los caminantes, los que salen de sí mismos son capaces de contemplar la belleza.
Y, también María, en camino se puso. La llena de Dios, deja a un lado sus preocupaciones, y sale hacia fuera.  
Eso, también, es Navidad. ¿No salió Dios del mismo cielo para meterse en Santa María? ¿No saldrá Dios de María para integrarse en el mundo? ¡Cómo no va a salir, María, también de sí misma! ¡De tal Madre..vendrá tan buen hijo!
La Navidad es elegir un camino: el sendero que va a Belén.
La Navidad es salir de nuestros palacios (vida cómoda, materialismo, vanidad, egoísmo, etc) e visitar situaciones y personas que nos necesitan.
La Navidad, es tomar ejemplo de Dios: salir de nuestros pequeños o grandes cielos y hacerse presente en las moradas más insospechadas. En los lugares donde, tal vez, menos nos esperaban. ¿Seremos capaces?

Javier Léoz

¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
(Lc 1,39-45)











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