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2 sept 2012

Aprendiendo cada día a caminar


  
Cuando fuimos niños, 
aprendimos a caminar. 
Pero no lo hicimos de un día para el otro 
sino muy de a poco, gradualmente.

A medida que nuestras piernas 
se iban fortaleciendo 
nos comenzamos a poner de pie 
y nos animamos a dar 
los primeros pasos.
Muchas veces nos caímos, 
pero no nos desanimamos, 
sino que nos levantamos nuevamente 
y recomenzamos a caminar, 
hasta que ya nos acostumbramos.



En la vida espiritual es similar, 
aprendemos a caminar 
en el Espíritu, poco a poco; 
y aunque en ocasiones suframos 
tropezones y caídas, 
no debemos desanimarnos.
La diferencia reside en que, 
al caminar en la vida del Espíritu, 
se aprende hasta el último suspiro 
que demos en esta vida.

Tu palabra es una lámpara 
para mis pasos, 
y una luz en mi camino.
 

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