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17 jul 2014

Oración Virgen del Carmen


Baredo “ahí tienes a tu Madre” nos diría, Jesús, en este atardecer del mes de Julio.

¡Cómo no darte gracias Virgen del Carmen!
Por darnos al Redentor del mundo, en el silencio de la noche, cuando algunos intentan silenciar su nacimiento en la que es la noche más estrellada del año, DIOS PEQUEÑO, ANODADADO EN BELÉN.

Tú, Santa María Madre de Dios,
eres el esplendor que no ensombrece la luz de Cristo.

Tú vives por Él y para Él.

Tú eres la transparencia y la plenitud de la gracia.

Aquí estamos, una vez más, un  nuevo año, todos tus hijos e hijas para consagrarnos a Ti.

Son muchos los nubarrones que vuelan amenazantes en el cielo de estos días: terrorismo, incredulidad, olvido de Dios, injusticias, desamor, desencuentros, la familia,
almas que perdieron vigor, cristianos que viven como si no lo fueran…

Haz, Virgen del Carmen, que no se disipen las semillas que abundamente caen desde Dios en el interior de cada uno de nuestros corazones:

-Que los padres sean responsables en el crecimiento de la fe de sus hijos.

-Que el hombre y la mujer formen una auténtica familia.

-Que los niños encuentren el mejor catecismo en sus padres.

-Que los sacerdotes no nos cansemos nunca de ir contracorriente en aquello que, más allá de la ley, sabemos que es injusto y ataca la dignidad humana y la esencia de las cosas.

En este día, santo y dichoso, queremos confiarte el futuro inmediato de nuestro pueblo.

-Acompaña en su camino a sus gobernantes, mujeres, niños, jóvenes, educadores, sacerdotes, obreros, empresarios y hombres del campo.

-Guía a este pueblo que, aún en medio del bienestar, conoce contradicciones, debilidades, dudas, imperfecciones y soledades.

Por ello, en este día –con la emoción contenida de tus hijos- respondemos a la indicación de Jesús: MADRE, AQUÍ NOS TIENES A TUS HIJOS.

Tú que vives cerca del Sagrario háblale de nosotros;
de los niños que no han visto la luz,
de los jóvenes enganchados a la droga
que necesitan tu apoyo para salir de ella,
de los enfermos castigados por la enfermedad y humillados por la soledad,
de los matrimonios que viven felizmente
y de aquellos que se encuentran en horas de prueba,
de los consagrados, de los sacerdotes y de aquellos jóvenes que serían muy felices siendo sacerdotes aunque solo fuera para dar una palabra de esperanza a este mundo vacío de tantas cosas.

Santa María, Madre de Dios y Virgen del Carmen
déjame, fundir los sentimientos de todos los presentes y ausentes,
de tus hijos vivos y de tus hijos muertos.

Déjame fundir todos esos sentimientos en una gran corona invisible
para coronarte de nuevo y decirte que nosotros
seamos tu gloria y tu honra.

Que seas la luz, hoy y siempre, en este pueblo
que con los labios te reza,
con el corazón te ama
y con las manos te eleva
como el orgullo y el mejor tesoro de nuestra tierra.

Amén.

Padre Javier Léoz

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