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24 jul 2013

CONFESIÓN DE FE con Santiago Apóstol. Año de la Fe



 Con Santiago y, como Santiago, quiero ser también testigo de tu presencia, Señor; escuchar tu Palabra, oír tu voz y saber que tu muerte y resurrección es garantía de mi afán evangelizador.
 
Con Santiago, quisiera sentir tu presencia en el Monte Tabor de cada Eucaristía, en la cumbre de la oración, en la cima de la contemplación o en el bálsamo de la caridad.
 
Como Santiago, en mi hastío y cansancio, quisiera recibir el consuelo de Santa María que, al borde del río de  dificultades, sale siempre con su mano abierta y solícita.
 
Como Santiago, y por mi fe, quisiera ser fuerte en la tribulación y en la prueba, en el testimonio y en la verdad, en la defensa y pregón del Evangelio.
 
Con Santiago, en ruta de estrellas, puentes y caminos, me comprometo a ser peregrino de la fe y de la esperanza. A no anhelar otra cosa que no sea servirte, amarte y quererte con todo mi corazón.
 
Como Santiago, sólo buscaré un cayado –el de la Palabra de Dios- donde apoyarme en la oscuridad de la noche, en las dudas que salgan a mi encuentro, en la debilidad que asome en el horizonte de la fe.
 
Con Santiago, a un costado, sólo llevaré el zurrón del Evangelio. Que, allá por donde yo pase, sea sembrador de tu Reino y de tu justicia, de tu paz y de tu verdad.
 
Como Santiago luciré, no el pecho y sí en las obras de cada día, la concha de mi Bautismo. Daré razón de aquello que digo creer y esperar. Lucharé para que, el nombre de Cristo, sea conocido, amado y nunca olvidado.
 
Con Santiago, consciente de las inclemencias para las cosas de Dios, llevaré en mi cabeza el sombrero de la confianza en la Ciudad Eterna. Sabré que, siempre, vence el bien sobre el mal y procuraré que, en mi pensamiento, exista un lugar –el mejor lugar- para el Señor.
 
Como Santiago, y sobre el caballo blanco de la vida cristiana, intentaré difundir la identidad cristiana allá donde me encuentre; con la espada de la lengua bien formada, con la seguridad de que –el Señor- da la fuerza necesaria para el testimonio con todas las consecuencias.
 
Con la fuerza y el ímpetu de Santiago Apóstol, confesaré en este Año de la Fe, que Tú eres único, eterno y salvador de la humanidad.

Padre Javier Léoz


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