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7 may 2013

El corazón de María


Tu corazón, María,
rebosa agradecimiento.

Tu corazón, María,
desborda de felicidad.

Tu corazón, María,
se siente engrandecido por la presencia de Dios.

Tu corazón, María,
ama incluso a aquellos que no te aman.

¡Danos, María!
Un corazón sencillo
para acoger a Dios.

Un corazón noble
para sincerarnos con Él.

Un corazón alegre
para sembrar la ilusión.

Un corazón desprendido
para no mirarnos a nosotros mismos.

Un corazón conciliador,
para no cerrarnos a los que nos rodean.

Y, si por lo que sea,
ves que nuestros corazones
están cerrados con potentes candados:
ven a nuestro encuentro, María,
y rompe los eslabones que nos impiden ser libres.


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